[Si te apetece presenciar/promover una de estas charlas, como hicieron en la universidad de Alcalá de Henares [Ver la experiencia aquí], el instituto ICEDE [Resumen del resultado aquí] o el Vela Zanetti [Reseumen aquí], pues ya sabes, el primer paso es hacérmelo saber.]

La idea de ‘NUEVAS PERSONAS, NUEVAS POESÍAS’ es rápida, porque los adolescentes de hoy tienen demasiadas cosas a las que dirigir su atención. Ellos son distintos que sus padres y se trata de acusar recibo de su exigencia de que la poesía que reciban también lo sea. La canción del pirata ya les vale a medias, los piratas de hoy son informáticos o de Somalia, probablemente la lira que Bécquer hacía enmudecer no la han visto más que como un icono de un sintetizador y ambos poemas son tan largos que no podemos esperar siquiera que, a día de hoy, sean leídos sin imbricar miradas al WhatsApp.

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Hay quien proclama que la poesía como forma de expresión está muerta, porque las nuevas generaciones la vuelven la espalda. Pero este intercambio de reflexiones que propongo siempre se dispara con una pregunta ¿Os gusta la poesía? La mayoría de los adolescentes –incluso los más díscolos, inicialmente para mi sorpresa- responden con un rotundo SÍ. Mientras los defensores del antiguo régimen analógico se atrincheran en la academia y en los jurados de sus tan respetadísimos como poco leídos premios, los jóvenes ya toman partido en la elección de la narrativa que deciden leer. Ellos no han renunciado al lenguaje, que les configura como seres humanos, ni al arte, que con su carga de connotación les permite este margen de individualidad que amortigüe su forzoso engarce en la sociedad. Los jóvenes son capaces de lo que no pueden hacer los académicos: ver poesía en letras de canciones, en Twitter, grafitis, etc. Como educadores, creadores de poesía o prohombres del establishment poético que forman parte de jurados que descalificarían a Quevedo de un premio de poesía porque sus técnicas y temas son caducos, anotémonos el cuento: ‘Está claro que si continuamos habitando nuestra esquina de la escena, la dominaremos, sí, pero estaremos solos. También parece claro que no se trata de si el lenguaje digital va a entrar en la academia, sino cuándo ’[1].

Dejemos que el establishment se deleite en su nicho de flores secas. Huyamos del confort: no es eso lo sustantivo de la poesía. Nuestra función… NO, nuestra vocación, como poetas amateurs –la poesía acaso sólo puede ser poseída por los amateurs-, no puede ser hacer pasar los gustos poéticos de los adolescentes por el aro de lo que han decidido personas que ni siquiera saben lo que es Tuenti o la Multitarea de la Atención, de personas que conciben como el futuro de la evolución de las formas poéticas el escanear representaciones caducas en un libro electrónico.

Los adolescentes no quieren renunciar a la poesía, no renuncian. Es el único arte gratis, porque como la danza, no necesita artefacto

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tecnológico alguno: está basado en la palabra, que todo ser humano por el hecho de serlo la posee. Comprenden que en cada uno de ellos cabe eso: materia y espíritu, cuerpo y palabra, que se pueden expresar sin ayuda ajena, sin comprar instrumento alguno, por muchas crisis que haya. Comprenden que pueden socializar su individualidad por medio de su cuerpo, bajo la forma de coreografías de formas diversísimas, desde la danza más tradicional así como en las discotecas, practicando algún deporte como haciendo el amor, retrabajando su propio look, tatuándose o participando en alguna procesión de Semana Santa.  ¿Y cuándo toca abrirles el abanico de lo que puede ser una práctica artística basada en la palabra, sólo somos capaces de enseñarles Quevedo y Hernández (Los extraordinarios Quevedo y Hernández, habría que decir)? Dejemos que el establishment se deleite en su nicho. Nosotros como educadores, hemos de proporcionarles un abanico de opciones de expresión poética, ese Arte que utiliza connotativamente la palabra, de tal modo que cada uno de ellos pueda llenar su toolbox de expresión. Que sea capaz de percibir apreciativamente poesía en diversas formas, que comprenda la necesidad de la expresión individual que no se agota, y la amplitud de sus formas en línea con las nuevas vivencias de su adolescencia netmoderna y, quizás a término, que sea capaz de reconstruir en interno nuevos formatos para su propia expresión.

La idea de ‘NUEVAS PERSONAS, NUEVAS POESÍAS’ trata de eso. De hacer un repaso a formas poéticas en línea con la vivencia de la nuevas sociedad netmoderna. Poesía que salga de los libros para apoyarse en técnicas audiovisuales o en filtrado y reutilización de fragmentos de discurso de la masa –algo así como una crowdpoetry- o en la generación automática, poesía que no renuncia a una fuerte interacción con el destinatario, que no se ha de olvidar que es el único sentido del Arte… Y es que queda muy bonito decir que la poesía se hace para guardarla en un cajón. Pero tanto Dewey, como Gadamer lo advirtieron: el arte sólo tiene sentido en cada interpretación de un destinatario. Al final ¿Qué se consigue? Los chavales pueden ver que la poesía está tan cercana a ellos como intuían, por mucho que hayamos querido hurtársela algunos guardianes naftalinescos de la “poesía de verdad”.Y que no necesitan hacer ningún esfuerzo extraordinario para acercarse a una poesía que les es ajena, porque la Poesía real excede esos límites que la quieren marcar en la academia, para estar al servicio de cada detentador de la palabra, en suma de cada ser humano.